lunes, 24 de diciembre de 2007

SON COSAS DEL CAMINO



Este es un pequeño homenaje a nuestro cocinero y maratoniano más insigne, ¡Rufo, va por ti!

Lo que sigue es un extracto del diario que escribió este “galán” durante su particular Camino a Santiago desde Colmenar Viejo:

…En un albergue del Camino, cuyo nombre no recuerdo ni viene al caso, tuvo esta peripecia. Ocurrió durante la noche…

…Cuando buscábamos el sueño como tantas otras, pues era nuestro descanso. Había visto durante la cena un peregrino con aspecto de comilón y bebedor que tenía pinta de roncador (según mi observancia), como hizo patente con sonora contundencia en el silencio de la noche, donde los ruidos se amplifican misteriosamente.
Lo que había sospechado se estaba cumpliendo, como no podía ser de otra manera según su apariencia. El personaje en cuestión no obedecía los “arres” que le hacía sonar para que acallara el volumen, para desdicha de los que intentábamos dormir, vamos ¡que no había manera de conciliar!

A mi derecha había dos parejas comentaban mi fallido intento de silenciar al músico que ofrecíanos una auténtica velada ¡joder que noche!
Hasta que uno de los chavales se deslizó entre las literas a oscuras silencioso como un gato hacia el sujeto; pensé, “este chico parece que sabe lo que hace”.
No sé que sería lo que hizo pero ello fue radical, y el sujeto silenció la melodía. Quedé con la duda, aunque ya podía haberlo hecho al principio del concierto. Bueno, nunca es tarde si la dicha es buena, y hete ahí que el personal pudo dormir hasta el alba, “ya te digo”.

En la mañana al amanecer con los pertrechos a la espalda comenzamos a caminar, y pregunté al chaval, “¿Qué hiciste, como fue que dejó de roncar el tipo?”
Las risas de la pareja contagiaron al resto de los que partíamos, y lo contó, ¡No podíamos contener las carcajadas! “Pues eso, que le he dado un beso y entre sueños cuando ha reaccionado no vio de quién era el besuqueo, por lo cual ha estado toda la noche en vela y mosqueado por el suceso, ¿quién habría sido uno o una?”
Nunca lo supo,¡que ocurrencia la de aquel muchacho, que jodío!
El sabía de oídas que esto funcionaba, y aquel hombre no durmió, pero por eso mismo pudimos hacerlo los demás en silencio y relajados, en paz y en “gracia de Dios”, que buena falta nos hacía. Así son las cosas del Camino, así las peripecias divertidas y así las cuento.
Junio de 2007, Rufo.